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martes, 6 de febrero de 2018

Rafael de León (Sevilla, España, 6-2-1908 / Madrid, España, 9-12-1982): In memoriam

EL GRAN POETA DE LA COPLA

Tal día como hoy, hace ciento diez años nació el ilustre poeta y letrista español Rafael de León, IX Conde de Gómara, VIII Marqués del Valle de la Reina y VII Marqués del Moscoso. Hombre de gran cultura y muy conocedor de los clásicos, dominaba el verso, el ritmo y la rima con una estremecedora profundidad de sentimientos. Su obra se divide en dos grandes apartados: poesía propiamente dicha y letras para canciones, la mayoría de ellas coplas andaluzas. El género de la copla, surgido a comienzos de los años 30, tuvo en él un imprescindible baluarte y no se puede entender sin su decisiva aportación. Autor de más de 8000 letras de canciones -más de 5000 formando parte del famoso terceto Quintero, León y Quiroga-, su nombre ha quedado ligado de forma indisoluble a la historia de la canción popular española. Pese a que no existe en ella ningún otro letrista que se le pueda comparar en calidad y cantidad de producción y al hecho de que tantos millones de personas dentro y fuera de España han escuchado y conocen sus canciones de mayor renombre, su figura nunca ha sido lo bastante reconocida. En este preclaro sevillano se cumplió de manera absoluta el verso de su vecino de nacimiento y calle, Manuel Machado: «Hasta que el pueblo las canta / las coplas coplas no son / y cuando las canta el pueblo / ya nadie sabe el autor». No existe un poeta en toda el área hispánica que mejor encarne esta aseveración. La obra de Rafael de León fue la expresión sentimental del pueblo, en el que habitualmente encontró inspiración para sus casi siempre dramáticas historias, cantadas por las mejores voces de su época, heredadas a lo largo de varias generaciones e insertas en la memoria colectiva de los españoles.
Nacido en el seno de una aristocrática familia de terratenientes andaluces, Rafael de León y Arias de Saavedra fue el primogénito de los diez hijos habidos del matrimonio de los Condes de Gómara. A los ocho años fue enviado a estudiar en un internado jesuita del Puerto de Santa María (Cádiz), donde coincidió como alumno con Rafael Alberti. Posteriormente continuó su educación en otros colegios de Sevilla y Málaga. En 1926 se incorporó al Colegio Mayor del Sacromonte de Granada, donde realizó el curso preparatorio a la carrera de Derecho, que luego comenzó a estudiar en la Universidad de esa ciudad andaluza. Por esa época conoció y entabló gran amistad con Federico García Lorca, casi diez años mayor que él y cuya poesía impregnaría de influencias estilísticas sus textos futuros. El poeta granadino le presentó a sus amigos Manuel De Falla, León Felipe y Manuel Rosales, entre otros. Inseparable de Federico, le acompañó en múltiples peripecias personales y literarias, como el homenaje a Góngora en el Ateneo de Sevilla, en diciembre de 1927, lo que se considera el acto fundacional del grupo conocido como 'Generación del 27'.
Amante de la vida bohemia y habitual visitante de los cafés-cantantes y las salas de variedades de Sevilla, conoció al letrista Antonio García Padilla, alias "Kola" (quien sería padre de la actriz y cantante Carmen Sevilla), que le ayudó a introducirse en el ambiente artístico y con quien colaboró en la composición de algunas canciones. Luego tuvo la suerte de conocer al empresario y escritor teatral Antonio Quintero y al compositor Manuel López-Quiroga. Junto a Kola y Quiroga escribió la bulería Manolo Reyes (1928), su primera canción que logró popularidad. En 1929 le tocó cumplir con el servicio militar en su ciudad natal y ese mismo año escribió con Juan Mostazo varias canciones para Estrellita Castro. Con el maestro Quiroga escribió Rocío, una de sus más bellas canciones, que en la década siguiente harían famosa Estrellita Castro y, sobre todo, Imperio Argentina. En 1931 conoció a Conchita Piquer, cuando ella estaba actuando en el sevillano Teatro Lope de Vega. Tiempo después, muchas de las canciones de Rafael de León encontrarían en la intérprete valenciana su principal y más frecuente difusora.
La notoria conducta homosexual del poeta, inadmisible en su tiempo, le ocasionó no pocos problemas en su entorno familiar y ciudadano, por lo que optó por trasladarse a Madrid en 1932, animado por su amigo Lorca y por Quiroga, quien regentaba en la capital una Academia de Arte. Rafael se mantenía gracias al dinero que le enviaba su padre y la protección de Quiroga, que en el futuro pondría música a la gran mayoría de sus textos. Con el también letrista Salvador Valverde colaboraría en la composición de las famosas coplas María de la O, María Magdalena, ¡Ay Maricruz!, Triniá, Ojos verdes o Doña Sol, todas con música de Quiroga.
Al estallar la Guerra Civil Española en 1936 se encontraba en Barcelona y allí, a pesar de sus numerosas amistades con famosos partidarios de la República (García Lorca, Antonio Machado, León Felipe, etc), fue encarcelado en la Modelo por las autoridades republicanas, acusado de monárquico y derechista. Dos años después fue sometido a consejo de guerra y condenado a muerte, pena de la que se salvó milagrosamente. En la primavera de 1939, tras la entrada del ejército nacional en Barcelona, fue puesto en libertad. El nuevo régimen favoreció la difusión del género de la copla, paradójicamente nacido durante la República, porque ensalzaba con buen gusto y calidad artística las costumbres españolas.
Rafael de León prosiguió su actividad artística y publicó los libros de poemas "Pena y alegría del amor" (1941) y "Jardín de papel" (1943). Gran número de canciones con letra suya se estrenaron desde la posguerra en espectáculos folclóricos, ya en teatros o en la pantalla. Con el también letrista Xandro Valerio y el maestro Quiroga, fue artífice de éxitos tan populares como La Parrala o Tatuaje; la colaboración de León con el asímismo letrista José Antonio Ochaíta, dio como fruto La Lirio o Eugenia de Montijo, también musicadas por Quiroga. Este gran compositor escribió sucesivamente las partituras de otros textos de León: No te mires en el río, A la lima y al limón, Coplas de Pedro Romero, Dime que me quieres, Almudena, No me llames Dolores, La niña de la estación o Coplas de Luis Candelas, todas ellas convertidas en éxitos en la voz de Conchita Piquer.
La categoría de León como letrista se vio más adelante ratificada formando parte del prolífico triunvirato Quintero/León/Quiroga, en innumerables coplas que popularizaron los mejores artistas del género. La Piquer hizo grandes creaciones de Romance de la otra, No me quieras tanto, Lola Puñales, Romance de la Reina Mercedes, A ciegas, Con divisa verde y oro, La niña de Puerta Oscura, Salero de España, La Ruiseñora, Cárcel de oro, Amante de abril y mayo, Romance de valentía, Candelaria la del puerto o Mañana sale. A su vez, en el repertorio de Miguel de Molina destacan Te lo juro yo o Las cositas del querer, en el de Pepe Blanco el famoso Cocidito madrileño y en el de Juanito Valderrama, Pena mora. Manolo Caracol y Lola Flores popularizaron juntos La Salvaora, mientras que La Zarzamora, Limosna de amores, Pena, penita pena o A tu vera (ésta con música de Juan Solano) fueron grandes éxitos de la Faraona a ambos lados del Atlántico. Juanita Reina hizo célebres Callejuela sin salida, Francisco Alegre, Una cantaora, Y sin embargo te quiero, Capote de grana y oro, Lola la piconera, Como dos barquitos, Yo soy esa, Madrina, Soltera yo no me quedo o Reina y señora.
Ya en los años 60, Marifé de Triana grabó entre otras coplas, Bajo un limón limonero, La loba, En una esquina cualquiera, Quién lo había de pensar o La gente, todas ellas de León / Molina Molés / Quiroga, y Te he de querer mientras viva (León / Quiroga).
Si desde la posguerra hasta mediados los años 60, Quintero, León y Quiroga colaboraron en la creación de tantas y tantas coplas exitosas, los cambios en los gustos musicales de los españoles más jóvenes, crecientemente derivados a la música anglosajona, dieron lugar al comienzo de la inexorable decadencia del género. Ya antes, Rafael de León había firmado con otros compositores canciones de diferente estilo (entonces denominado 'música ligera') presentadas en el Festival de Benidorm: Luna de Benidorm (1960), con música de García Gasca; Enamorada (1961), con música de Augusto Algueró, que fue la ganadora de ese año; o Quisiera (1962), con música de Areta y Baratas, que, interpretada por Raphael, ganó el premio a la mejor letra. Años después Rafael de León y Augusto Algueró firmaron Te quiero, te quiero (1970), un éxito de Nino Bravo.
Notable predicamento alcanzaron otras coplas de Rafael de León que, con partituras del maestro Juan Solano, musicaron antiguos poemas suyos, así: Trece de mayo (poema "Así te quiero", con transformaciones en el texto), que grabaron Conchita Piquer, Lola Flores o Marifé de Triana, Mi amigo (poema "Duda"), grabado por Rocío Jurado y Rocío Dúrcal, o Encuentro (poema del mismo título), grabado por Rocío Dúrcal y Paquita Rico. Tras la retirada de Quintero y Quiroga, el maestro Solano fue el más habitual colaborador de Rafael de León. Juntos escribieron coplas como Tengo miedo o Un clavel para Rocío Jurado, y Embrujá por tu querer o Garlochí para Isabel Pantoja. Los resultados de la colaboración entre León y Solano fueron distintos a la copla anterior: atrás quedaban esas historias con principio y fin para dejar paso a las directas declaraciones de sentimientos.
A partir de la década de los 70, cae la barrera del aislamiento cultural en España y muchos jóvenes de la progresía izquierdista, en actitud militante comienzan a despreciar ostensiblemente casi toda la música española anterior y con ella el conocido estilo de la copla y de la canción andaluza que tan bien había representado el sello Quintero, León y Quiroga.
Rafael de León acabó sus días semiolvidado y sin ni siquiera haberse llevado en vida la satisfacción de un merecido homenaje de cariño y agradecimiento a toda su importante y prolífica obra poética. Falleció en su casa madrileña de un ataque al corazón a los 74 años.
Tras aquellos años en que se consideraba que la copla ya estaba 'superada', con el correr del tiempo intelectuales y artistas la reivindicaron como género popular por excelencia que ahondaba sus raíces en el sentir del pueblo y algunos estudiosos reconocieron a Rafael de León como su máximo creador literario.



Por último, tres poemas de Rafael de León:

Romance del amor oscuro

Te espero al lado del puente
antes de que den las doce.
El pueblo estará dormido
en lo alto de la torre
-Cigüeña de cal al aire
negro de la media noche-.
mientras que el arroyo turbio
adornado de faroles
será novio de una adelfa
cargada de maldiciones.

¡Amor, tú debes venir
antes de que den las doce!

Llevo dentro de la sangre
un potro de aceite y cobre
que se encabrita sin bridas
cada vez que oye tu nombre,
y se desboca en espuma
de sábanas y entredoses.

¡Ay, amor, amor oscuro...
antes de que den las doce!
Que no te sienta ni el miedo
que acecha en tus corredores;
ponte sandalias de nieve;
y ven en un padrenuestro
atravesando la noche,
el puente de mis suspiros
antes de que den las doce.

¡Ay, amor, mi amor oscuro!
¡Ay, amor de mis amores!

Los señores del casino
dormirán en sus sillones
con las cadenas de oro
terciadas sobre su abdomen.
Se habrá callado el piano
de la señora de Ponce,
en el acorde final
del estudio de Beethoven...

Y solo, yo, velaré
como un soldado de bronce,
centinela sin alerta
en el cuartel de la noche.
¡Amor que vas a venir
antes de que den las doce!

(De "Pena y alegría del amor")

...................................................................

Encuentro

Me tropecé contigo en primavera,
una tarde de sol, delgada y fina,
y fuiste en mi espalda enredadera,
y en mi cintura, lazo y serpentina.

Me diste la blandura de tu cera,
y yo te di la sal de mi salina.
Y navegamos juntos, sin bandera,
por el mar de la rosa y de la espina.

Y después, a morir, a ser dos ríos
sin adelfas, oscuros y vacíos,
para la boca torpe de la gente....

Y por detrás, dos lunas, dos espadas,
dos cinturas, dos bocas enlazadas
y dos arcos de amor de un mismo puente.

(De "Jardín de papel")

...................................................................

Requiem por Federico

I

Lo mataron en Granada,
una tarde de verano
y todo el cielo gitano
recibió la puñalada...
Sangre en verso derramada,
poesía dulce y roja
que toda la vega moja
en amargo desconsuelo
«sin paño de terciopelo
ni cáliz que la recoja».

(Por cielos de ceniza
se va el poeta;
la frente se le riza
como veleta.
Toda Granada
es una plazoleta
deshabitada)
            
II

«Por el olivar venían,
bronce y sueño, los gitanos».
En la palma de sus manos
como un niño lo traían...
Las mujeres se rompían
los volantes de la enagua,
y el Darro bailaba el agua
en un triste soniquete
que sonaba a martinete
y a cante grande de fragua...
(¡Encended los faroles;
romped el velo;
cantad por "caracoles",
que viene el duelo!
¡Como una espada,
llevadlo, así, entre "oles"
por su Granada)
            
III

No te vayas buen amigo
quédate aquí con nosotros;
están soltando los potros
junto a lo verde del trigo...
Están soñando contigo
temblando de calentura,
gitanas de piel oscura
y brillante cabellera
y hay una boca que espera
morderte labio y cintura...
(Desnúdate deprisa,
que vengo herido;
quédate con la risa
como vestido...
Quiero beberte
y que luego dormido
venga la muerte...)
           
IV

«Rosa de los Camborios
gime sentada a la puerta»
medio viva y medio muerta
entre paños mortuorios.
A la luz de los velorios,
con pena de jazmín chico,
cual dos palomas sin pico
muestra sus pechos helados,
heridos y acuchillados
lo mismo que Federico.
(¡Que doble, bronce y plata,
la Vela, Vela,
que se ha muerto la nata
de la canela!
Mi bien amado
de limón y ciruela
va amortajado...)
            
V

«Ignacio Sánchez Mejías
con toda su muerte al hombro»
sale pálido de asombro
a las barandas sombrías...
Todas las ganaderías
mugen a la misma hora
y en el filo de la aurora,
junto a los bravos erales,
sobre el mar de los trigales,
la brisa también lo llora...
(¡Ignacio, dame el vaso
con el ungüento;
no puedo dar un paso,
ya no me siento!
Quiero abrazarte,
pero me ciega un viento
de parte a parte...)
            
VI

Dentro de su traje oscuro
te nombra Bernarda Alba...
la tarde pinta de malva
la rosa blanca del muro.
En la calle pisa duro
un caballo sin jinete;
dan en la torre las siete
y Angustias, con voz sombría,
solloza un Ave María
derrumbada en el poyete.
(Por la tapia del huerto
te llamé en vano...
—¡Dime que no está muerto
Pepe, el Romano!—
Ciego de zambra,
con un Ángel gitano
va por la Alhambra...)
            
VII

—¿De quién es ese lamento
que sobre la noche rueda?...
—De Marianita Pineda,
que está bordando en el viento...
Con hilos de sentimiento,
a la vez que borda y canta
y con mano fina planta
entre sangrientos jardines
una rosa de carmines
que enjoyará su garganta...
(¿Qué bordas, Marianita,
sobre esa tela?
La flor para una cita
que me desvela...
¡En seda cuaja
lo que Granada grita
que es su mortaja...)
            
VIII

«¡Hijo con un cuchillito
que apenas cabe en la mano»,
de tu romance gitano
cortaron la flor del grito!
¡Ay, qué dolor infinito
de pedernal y de rosa;
voy y vengo como loca
sin que consolarme pueda
porque ni un hijo me queda
para llevarme a la boca!
(Aquel traje de pana
que se ponía...
Aquella faja grana
que se ceñía...
¡Tanto cuidarlo,
 y una flor de canana
para matarlo!).
            
IX

Desde su balcón volado,
pálida, triste y mocita,
te llama Doña Rosita,
con el aliento apagado...
Un heliotropo morado
le acuchilla las ojeras
y corta con sus tijeras
adormecidas de herrumbre
su corazón hecho lumbre
por cincuenta primaveras...
(¿Quién cambió los papeles
en el piano?
¿Quién secó los claveles
de mi verano...?
¡Ay, qué tormento!
¿Dónde estás, primo hermano,
que no te siento?)
            
X

Sobre el hoyo de la cama
donde su flor se le mustia
igual que un río de angustia
una mujer se derrama...
Llama en vano, llama y llama
al hijo que se le esconde...
—¿En qué jardines, en dónde,
hallar mi nardo de esperma...?
Grito preñado de Yerma
al que el hijo no responde...
(¡A la nana, mi niño,
que es madrugada...!
¡A la nana, cariño,
flor de Granada!
¡Si yo pudiera
quedarme embarazada
yo te pariera!)
            
XI

«Antonio Torres Heredia
Camborio de dura crin»,
llora al filo de la media
noche por el Albaicín...
Suena la voz de un muecín
como una fuente delgada,
y desde Sierra Nevada,
una paloma doliente,
baja a besarle la frente
al poeta de Granada...
(¿A dónde vas, amigo,
con tu secreto?
Te llevarás conmigo
voz y soneto...
¡Cómo gemía
dentro de tu esqueleto
la poesía!)

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