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lunes, 6 de junio de 2016

Thomas Mann (Lübeck, Imperio alemán, 6-6-1875 / Zurich, Suiza, 12-8-1955): In memoriam

EL CONFLICTO DEL ARTISTA

Hoy es aniversario natal del escritor alemán Thomas Mann, considerado uno de lo más grandes autores literarios del siglo XX y espejo de la turbulenta sociedad de su época. Su obra, influenciada por el pensamiento de Arthur Schopenhauer, tiene como clave la confrontación del individuo con su entorno, estableciendo con sus textos un análisis sobre la colectividad de su tiempo y una mirada al artista en su contexto vital. Sus novelas se caracterizan por una reproducción precisa de los detalles de la vida, por un profundo y sutil análisis intelectual de ideas y personajes, y por un punto de vista distanciado e irónico, combinado con un intenso sentimiento trágico. Sus protagonistas son frecuentemente burgueses que sobrellevan un conflicto espiritual. Autor de novelas y ensayos, Mann exploró también la psicología del artista creativo. En 1929 le fue concedido el Premio Nobel de Literatura.

Semblanza a partir de la página Biografía y Vidas:

Paul Thomas Mann nació en el seno de una próspera familia dedicada al comercio. Cuando en 1891 falleció su padre, el negocio familiar fue liquidado y el futuro escritor se trasladó a Munich con su madre y sus hermanos (entre los que se encontraba Heinrich, quien también se dedicó a la literatura). En esa ciudad, sin haber completado su formación académica, Thomas trabajó en una compañía de seguros antes de dedicarse plenamente a la escritura. Sus primeras publicaciones fueron en la revista de corte satírico Simplicissimus. También trabajó como crítico literario, publicando diversos artículos y relatos cortos en diferentes revistas. De 1895 a 1897 estuvo en Italia, acompañando a su hermano Heinrich. En su adolescencia y juventud matuvo varias relaciones platónicas con amigos de su sexo, en especial sus compañeros de clase Armin Manters (1889), Williram Timple (1890) y el pintor Paul Ehrenberg (1900-1903), quien rechazó sus ofertas sexuales. Finalmente en 1905 se casó con Katia Pringsheim, hija de un rico matemático judío. El matrimonio tuvo seis hijos, entre ellos los escritores Klaus y Erika Mann, y el historiador literario Golo Mann.
La producción literaria de Mann fue enorme y, de entre ella, merece destacarse cronológicamente Los Buddenbrook (1901), novela subtitulada "decadencia de una familia", que narra precisamente el progresivo declive de una estirpe de ricos comerciantes ultramarinos en Lübeck a lo largo del siglo XIX, sobre el fondo de los procesos de cambio sociológico producidos en esa época. Escrita bajo la influencia del radicalismo cultural de Nietzsche, en sus páginas aparece la oposición entre mundo y arte, lo que será un tema recurrente en el autor. El relato Tonio Kröger (1903), de espíritu similar, es la biografía de un artista y, según confesión del propio Mann, la obra que afectivamente le era más próxima (el personaje de Tonio Kröger era un trasunto de su amigo Armin Manters, su primer amor a los catorce años). En la novela Alteza real (1909), el heredero de un pequeño principado alemán se casa con la hija de un millonario estadounidense, con lo que sanea el erario y, a la vez, da un sentido a su propia existencia, hasta entonces meramente decorativa: se trata de una "comedia en forma novelesca", narrada con simpática ironía. La muerte en Venecia (1913), sin duda la más acabada síntesis de la poética del autor, y una cumbre en el género de la novela breve, presenta a través de sus protagonistas, el músico moribundo y el joven Tadzio, una sutil relación dialécticta entre el apogeo de la belleza y la inevitable presencia de la muerte. En esta obra Mann dejaba entrever su potencial homosexualidad.
Con el estallido de la Primera Guerra Mundial, su postura ideológica nacionalista beligerante quedó patente en varios ensayos, entre ellos Reflexiones durante la guerra (1914), Cartas desde el frente (1914), Federico y la gran coalición (1915) y, sobre todo, Consideraciones de un apolítico (1915-1918), planteadas en gran medida contra el Zola (1915), que había publicado precisamente su hermano Heinrich. Las diferencias de opinión respecto a la guerra provocaron una ruptura de varios años entre ambos escritores. Finalizada la contienda, Thomas fue un ardiente defensor de la República de Weimar y se opuso frontalmente desde el principio al nazismo.
En La montaña mágica (1924), extensa novela comenzada en 1912, Hans Castorp, patricio alemán internado siete años en un sanatorio internacional suizo para tuberculosos, vive un proceso formativo: con la excusa de las varias conversaciones que se entrecruzan en ese mundo cerrado, Mann intercala una serie de disquisiciones sobre múltiples temas y traza un cuadro minucioso de la sociedad europea anterior a la Primera Guerra Mundial. En la década de los años 20 la fama de Mann ya era internacional y el escritor no cesó de recibir honores y reconocimientos, que culminaron en 1929 con la concesión del Premio Nobel de Literatura. Marcó sus años siguientes su oposición pública a las aspiraciones al poder de Hitler, hasta el nombramiento de éste como canciller el 30 de enero de 1933. Pocos días después, aprovechando una gira de conferencias, y siguiendo el consejo de sus hijos, no volvió a Alemania, sino que se exilió primero en Sanary-sur-Mer, cerca de Marsella, y luego en Küsnacht, junto a Zurich. En esa época no se definió políticamente, se mantuvo apartado de los círculos de exiliados e incluso prometió al ministerio de propaganda alemán abstenerse de manifestaciones políticas, pues no quería hacer peligrar la relación con sus lectores alemanes ni la edición de sus libros, además de su temor a perder sus propiedades. La tetralogía José y sus hermanos (1933-1943) es su obra más voluminosa; recreación del relato bíblico pero sin ninguna pretensión de historicidad, refleja la evolución del pensamiento del autor desde el irracionalismo del período 1914-1918, pasando por la democracia burguesa de la década de 1920 y los planteamientos condicionadamente socialistas de la de 1930, hasta su admiración por el New Deal de Roosevelt, que se hace evidente en la última de las cuatro novelas, cuyo eje gira en torno a la síntesis entre cuerpo y espíritu.
Perdida la nacionalidad alemana desde 1936, viajó con pasaporte checoslovaco y en 1938 se trasladó a Estados Unidos, donde obtuvo un puesto académico en la Universidad de Princeton. Su celebridad era tal que fue recibido por Franklin y Eleanor Roosevelt en la Casa Blanca en enero de 1941. En ese país residió hasta 1952. Desde allí dio una serie de charlas radiofónicas de propaganda para la BBC entre 1940 y 1945 y diversas conferencias de orientación antifascista. En junio de 1944 Mann y su mujer adquirieron la ciudadanía estadounidense.
En Carlota en Weimar (1939), donde se relata el reencuentro de Goethe, en la culminación de su vida, con Carlota, su amante de juventud, Mann dibuja al representante del clasicismo alemán como el artista que ha logrado la armoniosa fusión en sí mismo entre las personalidades del poeta y el ciudadano. Doctor Faustus (1947), considerada por muchos su obra maestra, señala en el subtítulo que se trata de "La vida del compositor alemán Adrian Leverkühn narrada por un amigo". Centrada en el carácter ambivalente del dotado compositor, que cae en manos del diablo, refleja la decadencia y una mezcla de culpa e incapacidad de la sociedad burguesa alemana, desde fines del siglo XIX hasta la actualidad, con una madurez que elude la facilidad de las conclusiones.
En 1947 Mann visitó Alemania y participó en la primera reunión de posguerra del PEN-Club en Zurich. En 1952, decepcionado por la situación en Estados Unidos a raíz de la muerte de Franklin D. Roosevelt, volvió a Europa y se estableció de nuevo en Suiza, vastamente honrado a partir de allí por sus conciudadanos alemanes. En agosto de 1955 Thomas Mann falleció en Zurich a consecuencia de una trombosis a la edad de 80 años.



2 comentarios:

  1. Lo único que leí fue "La muerte en Venecia". No sé si su fama se debe solamente a que premiaban a alguien que les venía bien a todos. Intenté con "La montaña mágica" pero la encontré agobiante. "El juego de abalorios" también fue abandonado al no encontrar nada en él que me incitase a leerlo.

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  2. Me encanta el rigor documental y la claridad con que Javi nos carateriza el estilo y la obra de Thomas Mann.

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