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viernes, 19 de febrero de 2016

John Frankenheimer (New York, US, 19-2-1930 / Los Angeles, California, US, 6-7-2002): In memoriam

ENERGÍA Y EFICACIA DRAMÁTICA

Hoy es aniversario natal del cineasta estadounidense John Frankenheimer. Procedente de la considerada 'edad de oro de la televisión americana', alcanzó el cénit de su carrera en los años 60, década de sus más ambiciosos y mejores logros, no exentos de compromiso político y social. Su enérgica dirección es reconocible, caracterizada por un montaje rápido, utilización de planos muy anchos y gran angular, estética que recuerda su deuda hacia Orson Welles. Sin ver reconocidos sus méritos en su propio país (nunca fue nominado al Oscar al mejor director), muchos de sus films fueron mal distribuidos y acabó por convertirse en director de segunda fila.
John Michael Frankenheimer era hijo de un agente de cambio judío de ascendencia alemana y de una irlandesa. Cursó estudios en la Academia Militar de La Salle, donde participó en espectáculos escolares y se graduó en inglés en el Williams College en Williamstown, Massachusetts. Entre 1951 y 1953 cumple servicio militar en las Fuerzas Aéreas de los Estados Unidos. Es ahí donde aprende la técnica cinematográfica y realiza sus promeros cortos documentales. Después se convierte en ayudante de dirección para la CBS en Nueva York, donde realizará numerosos programas dramáticos en directo y series de televisión. De hecho Frankenheimer está considerado un realizador clave de la llamada Generación de la Televisión, junto con Robert Mulligan, Arthur Penn, Sidney Lumet, Martin Ritt o Delbert Mann.
Su debut en el cine se produjo con Un joven extraño (1957) drama con James MacArthur, Kim Hunter y James Daly, que, aun elogiado por la crítica, no tuvo éxito, por lo que Frankenheimer volvió a la televisión. Cuatro años más tarde regresó al cine gracias al apoyo del actor Burt Lancaster con Los jóvenes salvajes (1961), drama criminal con Lancaster, Dina Merrill y Shelley Winters, adaptación de una novela de Evan Hunter que trataba el controvertido tema de la aplicación de la pena de muerte a los adolescentes. Lancaster quedó impresionado por la imaginación visual del cineasta. En cierta ocasión el actor se encontró con la cámara en el suelo e intentó recogerla, pero el cineasta le dijo que la había puesto ahí adrede para rodar una toma. Lancaster se dio cuenta de la capacidad de riesgo de Frankenheimer, y quedó tan impresionado que volvería a estar a sus órdenes en otras cuatro ocasiones. Su siguiente película, Su propio infierno (1962), adaptación de una novela de William Inge, con Eva Marie Saint, Warren Beatty, Karl Malden, Angela Lansbury y Brandon de Wilde, no tuvo éxito, al contrario que El hombre de Alcatraz (1962), drama carcelario con Burt Lancaster, Karl Malden, Thelma Ritter, Neville Brand y Edmond O'Brien, posiblemente el film más redondo del director, con cuatro candidaturas al Oscar. Lancaster realiza un trabajo memorable como condenado a 43 años de prisión al que los pájaros le cambian la vida hasta el punto de que se convierte en un respetado ornitólogo. Ese mismo año rodó El mensajero del miedo (1962), thriller político durante la guerra fría, con Frank Sinatra, Laurence Harvey, Janet Leigh y Angela Lansbury, sobre un sargento y un comandante que son capturados en Corea y sometidos a un lavado de cerebro. El segundo sufre pesadillas y recibe la orden de asesinar a uno de los candidatos a la presidencia. Otro thriller político de gran interés fue Siete días de mayo (1964), con Burt Lancaster, Kirk Douglas, Fredric March y Ava Gardner, sobre un grupo de militares desencantados que, temerosos del predominio soviético, deciden dar un golpe de estado. El Presidente dispone sólo de siete días para encontrar pruebas que le permitan abortar el golpe. Después llegó el vibrante film bélico El tren (1964), con Burt Lancaster como héroe de la resistencia que, con la ayuda de la propietaria de un hotel (Jeanne Moreau), trata de impedir que un coronel alemán (Paul Scofield) se lleve de París valiosas obras de arte. Plan diabólico (1966), thriller de ciencia-ficción con Rock Hudson, aunque no tuvo gran acogida comercial, asienta la reputación de su autor como agudo observador de la sociedad americana de los años 60. Grand Prix (1966) fue una enérgica, espectacular y exitosa superproducción sobre el mundo del automovilismo, con James Garner, Eva Marie Saint e Yves Montand. El hombre de Kiev (1968), adaptación de "The fixer" de Bernard Malamud, novela ganadora del premio Pulitzer en 1967, muestra la vida de un campesino judío (Alan Bates) que trata de ocultar su origen para evitar la represión en la Rusia zarista del cambio de siglo; de nuevo la historia de la transformación de un hombre frente a la adversidad. Frankenheimer finalizó su mejor década como cineasta con Los temerarios del aire (1969), con Burt Lancaster y Deborah Kerr, su película favorita, historia de tres paracaidistas de diferentes edades, que viajan juntos con su espectáculo aéreo de caída libre, haciendo frente a los riesgos de su profesión.
Más valorado por la crítica europea que la de su país, el cineasta prosigue su carrera con Yo vigilo el camino (1970), drama rural intimista con Gregory Peck, Tuesday Weld y Estelle Parsons, Orgullo de estirpe (1971), film de aventuras en Afganistán, con Omar Sharif, Leigh Taylor-Young y Jack Palance, El repartidor de hielo (1973), según la obra teatral de Eugene O'Neill, con Lee Marvin, Fredric March, Robert Ryan, Jeff Bridges y Bradford Dillman, Sueños prohibidos (1973), drama de producción francesa con Alan Bates y Dominique Sanda, 99,44% muerto (1974), thriller con Richard Harris, French Connection II (1975), secuela del film de William Friedkin de 1971, con Gene Hackman, Fernando Rey y Bernard Fresson, Domingo negro (1977), thriller basado en una novela de Thomas Harris sobre una terrorista palestina que prepara un atentado en la Super Bowl, con Robert Shaw, Bruce Dern y Marthe Keller, o Profecía maldita (1979), comercial film de terror con Talia Shire, Robert Foxworth y Armand Assante, de éxito comercial pero críticas adversas. Durante la preparación de esta película el realizador tuvo graves problemas con el alcohol, hasta el punto de que redujo su actividad profesional.
A estas alturas de su trayectoria, Frankenheimer, perdida su valoración como autor, sólo realiza películas de encargo: El reto del samurai (1982), drama de acción con Scott Glenn y Toshiro Mifune, El pacto de Berlín (1985), thriller de espionaje con Michael Caine, 52 vive o muere (1986), thriller criminal con Roy Scheider y Ann-Margret, Tiro mortal (1989), film de acción con Don Johnson, La cuarta guerra (1990), nueva y tardía incursión en el tema de la guerra fría, con los conflictos entre OTAN y Pacto de Varsovia, con Roy Scheider y Jürgen Prochnow, o El año de las armas (1991), revisión a la Italia de 1978 con las Brigadas Rojas en acción y Andrew McCarthy, Sharon Stone y Valeria Golino como protagonistas. Su carrera llegó a su punto más bajo con La isla del Dr. Moreau (1996), adaptación de la novela de ciencia-ficción de H.G. Wells, con  Marlon Brando y Val Kilmer, masacrada por la crítica.
Al final de su carrera, se aprecia en Frankenheimer la voluntad de redimirse, de demostrar que no está acabado, a pesar del alcoholismo que le había destruido la vida. La oportunidad le llega cuando le ponen al frente de Ronin (1998) un thriller de espionaje con Robert De Niro, con guión escrito por David Mamet (bajo pseudónimo), al que Frankenheimer dota de persecuciones y secuencias de acción de primera línea, recuperando el entusiasmo de los más cinéfilos. Su última realización para la gran pantalla fue Operación Reno (2000), título de acción con Ben Affleck, Gary Sinise y Charlize Theron.
Frankenheimer estuvo casado entre 1954 y 1962 con Carolyn Miller, con la que tuvo dos hijos. Tras el divorcio contrajo matrimonio en 1963 con la actriz Evans Evans, con la que convivió casi cuarenta años. El director falleció a los 72 años por complicaciones después de una operación de columna vertebral.


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