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domingo, 4 de mayo de 2014

Audrey Hepburn (Ixelles, Bélgica, 4-5-1929 / Tolochenaz, Suiza, 20-1-1993): In memoriam

MY FAIR AUDREY

Tal día como hoy hace 85 años nació la actriz británica Audrey Hepburn, una de las mayores leyendas de la historia del cine en su época dorada, ganadora de un Oscar, un Globo de Oro, un Tony, un Emmy, un Grammy y tres premios BAFTA, entre otros. Todo ello, a pesar de una relativamente corta filmografía que abarca media docena de títulos rodados en Gran Bretaña (algunos de ellos como extra o secundaria) y 20 películas de Hollywood. Audrey Hepburn ha sido un icono perdurable de la pantalla y de la moda. Aunque muchas marcas le ofrecieron que fuese imagen de sus productos, ella siempre se mantuvo fiel al modisto que mejor la conocía, su amigo Hubert de Givenchy. Una atractiva y elegante dama con un gran carisma y estilo, que además hablaba perfectamente cuatro idiomas.

El siguiente extracto biográfico amplía (y corrige) el publicado en la página decine21:

Ensombrece con su sonrisa hasta a los diamantes con los que desayuna. Icono indiscutible del Séptimo Arte, sigue gozando de enorme popularidad incluso entre las nuevas generaciones. Puso de moda la sencillez frente a los espectaculares y sofisticados vestidos de las actrices de Hollywood, y aún así, nadie podría igualarla en glamour. No volverá a haber ninguna mujer como Audrey Hepburn.
Audrey Kathleen Ruston nació el 4 de mayo de 1929 en Ixelles/Elsene, un distrito de Bruselas. La madre de la niña era la baronesa Ella van Heemstra, de nacionalidad holandesa, mientras que su padre, Joseph Hepburn Ruston, era británico, aunque acababa de conseguir un trabajo en los Países Bajos. Durante toda su vida, Audrey mantuvo el pasaporte británico, nacionalidad a la que tenía derecho por línea paterna.
Aunque en un principio estuvo rodeada de lujos, la infancia de Audrey se vio marcada por el divorcio de sus padres y porque fue testigo de primera mano de las crueldades de los nazis, que mataron a varios familiares suyos. Durante la II Guerra Mundial, vivió en Holanda, país natal de su madre, que le hizo adoptar su apellido, Van Heemstra, y le obligó a hablar en holandés, para que los nazis no la relacionaran con Gran Bretaña. Pasó hambre y calamidades que hicieron estragos en su constitución física.
Desde pequeña, Audrey Hepburn estuvo necesitada del afecto de su padre, que apenas la prestó atención durante toda su vida, y de su madre, que a pesar de que la adoraba, se comportaba con gran frialdad aristocrática con ella. Entre 1935 y 1938 Audrey fue enviada a estudiar en una academia privada y femenina en Kent, Inglaterra. Durante la guerra se trasladó con su madre y sus dos hermanos a la casa de su abuelo en Arnhem, Países Bajos. En el Conservatorio de esa localidad estudió para bailarina, su primera vocación. A tal efecto, en 1945, al finalizar la guerra, se mudó a Amsterdam donde tomó clases de ballet hasta que en 1948 marchó a Londres a seguir con sus estudios de danza, pero finalmente tuvo más éxito como modelo y actuó en algunas producciones musicales teatrales. En seguida llamó la atención de los productores del cine inglés que le ofrecieron pequeños papeles. Su primera aparición cinematográfica fue en Nederlands in 7 lessen (1948), donde interpretaba a una azafata de una compañía aérea. Siguieron otros films británicos. Durante el rodaje de Monte Carlo Baby (1951), su primer rol protagonista, fue elegida para protagonizar el musical de Broadway Gigi, estrenado el 24 de noviembre de 1951. Al verla en el set mientras rodaba, la autora francesa Colette dijo sobre Audrey: «¡Voilà!, ¡ésta es nuestra Gigi!». Supuso su primera gran oportunidad como actriz, que la llevó a Nueva York. La función resultó un éxito y alcanzó las 219 representaciones en seis meses antes de salir de gira por otras grandes ciudades estadounidenses.
Descubierta por la Paramount, su primera película de Hollywood fue la mítica Vacaciones en Roma (1953) de William Wyler, en la que era una princesa decidida a pasar un día como una turista normal en la Ciudad Eterna, donde recibe la interesada ayuda de un intrépido periodista, encarnado por Gregory Peck. Por este trabajo, la actriz se convirtió en una celebridad internacional y obtuvo un merecido Oscar a la mejor actriz.
Pasó de William Wyler a Billy Wilder, otro de los grandes, que de princesa la transformó en hija de chófer en Sabrina (1954). El rodaje fue complicado porque su partenaire, Humphrey Bogart tenía problemas con la bebida. Ella mantuvo un romance con su otro compañero de reparto, William Holden, que estaba casado, pero rompió con él cuando se enteró de que se había hecho una vasectomía, ya que Audrey deseaba por encima de todo tener hijos. Audrey obtuvo una segunda candidatura a los premios de la Academia.
Al final acabó casándose con Mel Ferrer, su compañero de reparto en Guerra y paz (1956) de King Vidor, espléndida adaptación de la celebérrima novela de Tolstoi. Su matrimonio con el actor no fue del todo satisfactorio para Audrey, que estaba muy enamorada pero no se sentía correspondida. Se quedó embarazada pero finalmente perdió el niño y aún tuvo otros abortos, lo que le hizo caer en una fuerte depresión. Sólo consiguió salir del túnel al quedarse encinta nuevamente y dar a luz a su hijo Sean Hepburn Ferrer (1960), que se convirtió, como no podía ser de otra manera, en el motor de su vida. “Desde pequeña, lo único que deseaba era tener un hijo, o montones de hijos”, comentó la actriz.
A Hepburn solían emparejarla los primeros años con actores maduros, pues tras el rodaje con Bogart pasó a protagonizar Ariane (1957), deliciosa comedia, de nuevo dirigida por Billy Wilder, con Gary Cooper y Una cara con ángel (1957), musical de Stanley Donen, con Fred Astaire. A nivel actoral, su trabajo más esforzado es posiblemente Historia de una monja (1959) de Fred Zinnemann, basada en el caso real de una religiosa enviada al Congo a trabajar como enfermera. Este film le proporcionó su tercera candidatura al Oscar. Dirigida por su marido rodó Mansiones verdes (1959), el primer serio tropiezo comercial y de crítica de su carrera, al igual que su siguiente película, Los que no perdonan (1960), un western de John Huston.
Finalmente, en 1961 llegó el personaje con el que más se identifica a Audrey Hepburn: Holly Golightly, la protagonista de la memorable comedia romántica Desayuno con diamantes, una buscona que acude a fiestas de la alta sociedad en busca de un novio solvente al que cazar. Basada libremente en la novela de Truman Capote, es una de las mejores películas de Blake Edwards. Esta vez sí que emparejaron a Audrey con un actor de su edad, George Peppard. La actriz fue nominada al Oscar por cuarta vez.
A continuación, interpretó junto a Shirley Maclaine a una de las dos profesoras acusadas de lesbianismo por una niña vengativa en la adaptación de la obra de Lilian Hellman La calumnia (1961), nuevamente bajo la batuta de William Wyler, que volvería a reclutarla en la comedia Cómo robar un millón (1966) como pareja de Peter O'Toole. Por su parte, Charada (1963) es una muy interesante cinta de suspense a lo Hitchcock con mucho humor, dirigida por Stanley Donen, con irrepetibles secuencias de la actriz con Cary Grant. Después de la comedia romántica Encuentro en París (1964) de Richard Quine, emparejada a William Holden, Hepburn tuvo una amarga experiencia durante el rodaje de My fair Lady (1964), un excelente musical de George Cukor, al lado de otro maduro actor, Rex Harrison. La actriz fue escogida porque el productor Jack Warner quería una gran estrella, en detrimento de Julie Andrews, que había protagonizado exitosamente el musical en Broadway. Ella habría hecho un gran trabajo como cantante, mientras que Audrey Hepburn tuvo que ser doblada. En los Oscar de ese año, Hepburn no fue nominada y Julie Andrews finalmente resultó ganadora por Mary Poppins, su primer largometraje. En el discurso de aceptación, Andrews agradeció irónicamente la estatuilla al Presidente de Warner Brothers, que la había descartado para el papel de Eliza Doolitle. No obstante, My fair Lady fue la película con mayor recaudación de la carrera de Audrey.
A Stanley Donen le costó mucho trabajo convencerla de que volviera a trabajar con él en la especialmente memorable Dos en la carretera (1967). Se resistía a ser la protagonista porque era una película de tono más descarnado y realista que las comedias blancas y elegantes que ella siempre insistió en interpretar para mantener su imagen sofisticada. Un ejemplo de que la película no se parece en nada al resto de su filmografía son las palabras malsonantes de la secuencia final, insólitas en una película de Audrey Hepburn. Por otra parte, el resto de sus películas suelen tener un montaje cronológico, a diferencia de lo que ocurre con esta excelente disección de la vida conyugal. A continuación, por su trabajo como invidente en el thriller Sola en la oscuridad (1967) de Terence Young recibió una quinta y última candidatura al Oscar.
En la última etapa de su carrera, Hepburn estuvo más centrada en su vida familiar que en el cine. Prefería estar con su hijo que rodando películas. En 1968 se divorció de Mel Ferrer, y se casó con Andrea Dotti, un psiquiatra italiano más joven que ella, con el que tuvo un segundo hijo llamado Luca (1970). La relación con Dotti también fracasó, aunque el divorcio no llegó hasta 1982. Desde dos años antes y hasta su muerte, Audrey compartió su vida con Robert Wolders, un ex-actor televisivo holandés siete años menor que ella, que resultó ser su gran amor.
Tras nueve años sin aparecer en la pantalla, volvía al cine en ocasiones puntuales, cuando le interesaba mucho el proyecto o sus responsables insistían hasta la saciedad. Fue la protagonista de Robin y Marian (1976) de Richard Lester, romántica revisión de la leyenda de un Robin Hood ya maduro, interpretado por Sean Connery. Le siguieron las discretas Lazos de sangre (1979), Todos rieron  (1981) y el telefilm Amor entre ladrones (1987). Se despidió del cine para siempre con Always (1989), de Steven Spielberg, donde aparecía como secundaria interpretando a un ángel. El papel le iba al pelo, pues en la vida real era un ser angelical que dedicaba mucho tiempo a las labores humanitarias. Fue nombrada embajadora especial de UNICEF. Tres meses antes de su muerte, aún viajó a Somalia a socorrer y pedir ayuda para los niños desnutridos, a pesar de su delicado estado de salud (padecía un cáncer de colon). Falleció finalmente el 20 de enero de 1993, a los 63 años, en su residencia de Tolochenaz, en Suiza.


1 comentario:

  1. Esta publicación es un imprescindible complemento de todas las demás sobre Audrey.

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